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¿ASÍ QUE EXIGEN QUE RENUNCIE EPN?
 
Cada vez son más las personas que, por el motivo que tengan, piden, exigen la renuncia del presidente Peña Nieto. Se vale pedir, pero ¿cuál sería el resultado de su renuncia? ¿Qué ganaría el país como tal? Según platico con gente que pide dicha renuncia, la mayoría no tiene ni idea de las consecuencias.
Salvador I. Reding Vidaña
 
EUM SEIE 21 septiembre 2016
 
A raíz del grave problema de los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, se popularizó la petición de renuncia. Sin embargo, los no-resultados sobre Ayotzinapa fueron sólo un detonador, y que lo que desespera, indigna a la población es la falta de seguridad pública en el país, el deterioro de la economía, la falta de crecimiento, las reformas fiscales simplemente recaudatorias federales, las señales crecientes de una grave corrupción y otras preocupaciones más de la ciudadanía, como la reciente visita de Trump y la devaluación grave del peso.
Si efectivamente a los que “sabían gobernar” ya se les había olvidado cómo se hace “eso” a nivel federal, no estatal, según es más que evidente, la petición de renuncia se entiende como un gran reclamo. Dilapidaron la herencia de un país estable con cierto progreso, sobre todo comparado con otros países tras la gran crisis económica mundial.
Sin embargo, de nuevo, ¿qué pasaría si efectivamente Peña Nieto renunciara? ¿Llegaría el gran líder, sabio, prudente y hábil que se piensa debe ocupar la silla presidencial? ¿Cambiarían realmente las cosas, el rumbo del país, y además de inmediato? No, no cambiaría.
Primeramente hay que tomar en cuenta que un presidente, un jefe de Estado no gobierna solo; no es él el gobierno, solamente es el jefe del Ejecutivo. Es un gran equipo de colaboradores cercanos quienes bajo su batuta realmente hacen la labor de gobierno, los secretarios de despacho, el procurador y otros altos mandos principalmente. Si ellos fallan lo hacen fallar, es el régimen el que falla. Pero si él falla, y tiene excelentes colaboradores, éstos pueden quizá todavía sacar el gobierno en buenos o regulares términos.
De esta forma, si Enrique Peña Nieto presentara su renuncia al cargo ante el Congreso de la Unión, con base en el artículo 86 constitucional, tendría que ser por “causa grave”, renuncia que calificaría el mismo Congreso para aceptarla o rechazarla. No podría ser porque ya no quiero, no me siento capaz o algo parecido, o “porque muchos mexicanos me lo están pidiendo”. No es como se dice de solamente “aventar el arpa” y ya me voy.
Ah, otra cosa: el Congreso NO puede constitucionalmente destituir, quitar, despedir, echar al presidente de la República, eso no existe en nuestra Constitución federal. Se le puede acusar del delito de traición a la patria (algo perfectamente tipificado, y no al gusto del cliente) o por delitos graves del orden común, dice el artículo 108 constitucional. Pero siendo presidente no le pasaría nada, tiene fuero.
Quienes acusaron o acusen a Enrique Peña Nieto de traición a la patria (para ver si el Congreso lo destituye), no tienen la menor idea de lo que están pidiendo, ya que se refieren a medidas ejecutivas tomadas por él o a las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión recientemente. Ese delito es otra cosa.
Pero suponiendo que renunciara, y por acuerdo político el Congreso le aceptara la renuncia ¿qué podríamos esperar los mexicanos? Teniendo el sistema PRI-gobierno, con sus partidos aliados y los que convenza, mayoría en el Congreso de la Unión, pondrían a un priista de entre una muy pequeña lista de “posibles”. No es difícil saber sus nombres ¿a cuál prefieren de entre ellos? Cualquier otra opción, esa de un ilustre “ciudadano” es sólo asunto de la imaginería popular, no existiría,
Así que si quieren que renuncie Enrique Peña Nieto, ya sabemos lo que sigue: más de lo mismo hasta diciembre de 2018, con algunas mejoras. Serían los mismos políticos priistas con poder en su partido, gobernando con el nuevo presidente priista o pro-priismo, que llegaría ya debilitado y con la misma falta de experiencia para gobernar que los que ocupan las actuales secretarías de Estado y demás dependencias y entidades de la federación.
Pueden los ciudadanos indignados seguir pidiendo a Peña Nieto que renuncie, pero que lo hagan sabiendo lo que tristemente sucedería con la presidencia, el gobierno federal y el país. Lo más probable es que nada mejoraría y podría también empeorar, con un nuevo Ejecutivo federal debilitado. La renuncia no sirve para mucho ¡no se hagan ilusiones!
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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