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Pablo el caminante eterno. Capítulo XIV. De Antioquía a Jerusalén, dos mundos diferentes
 
La comunidad cristiana se desarrollaba con alegría en Antioquía aún en medio de un mundo pagano que en gran medida no parecía ser afectado por estos nuevos cristianos que vivían y veían la vida de una forma muy rara.
Jorge Espinosa
 
 
En Jerusalén donde estaba la Iglesia Madre y se habían desarrollado los acontecimientos fundamentales que marcarían la historia del cristianismo y un cambio radical en el futuro del mundo, la Iglesia tenía sus tropiezos, y se supo en Antioquía que pasaba necesidad, así que impulsados por la caridad decidieron que enviarían una ayuda económica y los encomendados para hacerlo fueron Saulo Y Bernabé que gustosos emprendieron el viaje.

Movidos por una ardiente caridad la comunidad de Jerusalén en un principio había decidido que como signo de amor había que compartir todos los bienes, sin embargo, el tiempo vino a demostrar que esto resultaba difícil de mantener en el largo plazo, porque en cierto sentido iba en contra de la misma naturaleza humana.

En la situación social mientras que Antioquía era una ciudad multicultural abierta en donde se daba la convivencia entre personas de todo el mundo conocido, Jerusalén seguía siendo una ciudad cerrada al exterior, muy regulada por la ley y con la interpretación rígida que le daban esas mismas autoridades que habían decretado la muerte de Jesús.

En esta ocasión ya Saulo fue muy bien recibido, ya había pasado la desconfianza de otros tiempos y la comunidad se mostraba cordial. El ambiente era triste ya que Herodes, el nieto de aquel que había matado a los niños inocentes en Belén, sin juicio alguno había mandado matar a Santiago el, y habría hecho lo mismo con su hermano Juan si se hubiese encontrado en Jerusalén.
Pedro también había sido apresado con lo que se esperaba dar un golpe mortal a la Iglesia naciente, pero fue milagrosamente liberado por un ángel del Señor, y después tuvo que salir de la ciudad, el malvado monarca no creyó la historia que contaron los guardias y los mandó ejecuta a todos sin ninguna consideración.
El único apóstol que estaba en la ciudad era el otro Santiago, pero ellos se hospedaron en casa de Marcos, sobrino de Bernabé, donde escucharon la historia de la liberación milagrosa de Pedro, esta situación vino a hacer que el centro de la Iglesia se desplazara a Antioquia y Jerusalén quedara tan solo como una ciudad episcopal.
Marcos será con el tiempo el autor del Evangelio que lleva su nombre, la tradición dice que las narraciones que aparecen en el mismo se las escuchó directamente a Pedro, por lo que son realmente verdaderas.
Pablo que seguramente esperaba platicar con Pedro no pudo hacerlo, y como la situación en Jerusalén se hacía cada vez más peligrosa y gran parte de la comunidad se había desplazado a otros lugares decidió con Bernabé y Marcos regresar a Antioquía, seguramente partiría pensando que era triste que esa ciudad que estaba elegida para ser la culminación de las promesas del judaísmo con Jesús, no recapacitaba y estaba renunciando de alguna manera a ser la fuente de donde brotara la evangelización con todo el dinamismo que requería, ya que para esto se hubiera necesitado la conversión mayoritaria de sus habitantes y desde luego de las autoridades religiosas.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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