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¿Quién ganó el debate?
 
Observadores políticos, columnistas de Yo Influyo y miembros de nuestro Comité Editorial, todos con un profundo conocimiento de la política nacional, participaron en este breve ejercicio de análisis del primer debate presidencial.
Equipo Yo Influyo
 
EUM SEIE 23 abril 2018.
 
.-¿Por qué llegaron a estas conclusiones? Ellos mismos lo explican con una breve reflexión:
Salvador Reding: Que López Obrador perdió, ni discusión merece. Se le hicieron y repitieron preguntas sobre sus propias propuestas y las evadió, pues al responder se condenaba. Tampoco supo proponer algo útil.
Ganó Ricardo Anaya porque fue bastante consistente en sus argumentos, no se dejó llevar por las acusaciones y ofreció comprobar todo. Manejó bien sus tiempos y sus cartulinas informativas estuvieron bien hechas.
“El Bronco” sorprendió, porque tuvo aplomo, presentó hechos -no dichos- de gobierno en Nuevo León. Manejó bien sus tiempos y cuestionó bien a López Obrador de manera tranquila. Nunca se salió de control. La idea de cortar las manos a los ladrones, imposible constitucionalmente, se prestará más a memes que a otra cosa. En su posición, casi diría que ganó el debate, pues ofreció cosas positivas (menos el mocha-manos), no lo cuestionaron por no dar causa para ello.

Ana Teresa López de Llergo: Meade ofreció propuestas. Claro y documentado en las evidencias contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Se mantuvo en sus principios y soslayó con elegancia los ataques al partido que representa.
AMLO, definitivamente, fue abstracto en los proyectos, no respondió nunca, muy gris. Anaya me sorprendió, esperaba que arrasara porque son su fuerte los debates. No estuvo mal.

Antonio Maza Pereda: Ganó Ricardo Anaya: mejor técnica, buen sustento y selección de temas. Repetitivo al defenderse de las acusaciones, pero incisivo contra AMLO. Al final, desapercibido pero importante: la petición del voto útil porque dice ser el único que puede vencer a AMLO. Podría convencer a priistas tecnócratas, a decepcionados por Margarita en los grupos provida y familia (tema que evitó meterse). También pudiera llevarse a los indecisos. ¿Le alcanzará para ganar a AMLO? Solo si convence de que él significa el voto útil contra el PRI y AMLO.
En segundo lugar, Margarita. Lástima que ocurriera lo del PAN y que saliera. Pero el hubiera no existe.
Pierde AMLO. Repite spots, frases hechas, se distrae son algo que estaba debajo de su podio. Actitud adusta, cansado. Sonríe pocas veces y en su discurso final se ve que sonríe actuado. No perderá a los ya convencidos, o perderá pocos, pero no ganará a los indecisos.
El Bronco, la sorpresa. En parte porque no lo conocíamos. Muy “regio” y no solo por ser de Monterrey, sino por verse regionalista, sin mundo. De hecho, dijo no tener propuestas porque necesita conocer a México. Buenos golpes contra los políticos, como si no hubiera sido priista por décadas. Sale bien, porque no le interesó a nadie atacarlo.
TODOS: No dijeron de dónde sacarán los recursos humanos, económicos y estructurales para llevar a cabo sus propuestas. Dijeron algo de objetivos, repitieron los cómo, pero no dijeron con qué.

José Luis Espinosa Piña: Considero que el verdadero vencedor fue “El Bronco”, por la siguiente razón: de él no se esperaba nada. Ciertamente Anaya fue claro, bien estructurado y eficaz, pero eso era lo que de él se esperaba, dados sus antecedentes de buen polemista y orador consumado. En ese sentido no hay sorpresa si mañana todos los analistas lo dan por vencedor —y lo es en términos generales— pues sin duda desde antes era el más capacitado para debatir y su eventual victoria era totalmente anticipable.
Por otro lado, “El Bronco” puso contra las cuerdas a los candidatos de las tres coaliciones, al exhibir el cheque de financiamiento público a su campaña y exigirles a los candidatos que devolvieran el dinero “...si son tan honestos como dicen...”. Nadie supo reaccionar adecuadamente a eso. Además, fue muy empático con el auditorio en su lenguaje, en su comunicación no verbal y en su actitud disruptiva. Fue el más espontáneo y menos acartonado de todos. Aunque sus propuestas son débiles y él mismo tiene rasgos de demagogo e irresponsable, en esta ocasión supo dar en el clavo: estuvo muy suelto, fue espontáneo y exhibió a la partidocracia, en su inocultable decadencia.
La propuesta medieval, más bien ocurrente de El Bronco —propia de la época del Califato de los Omeyas y no del siglo XXI— de “cortar las manos a los rateros...” es puro folclore que retrata a un candidato carismático pero rupestre, ambiguo y poco preparado.
El gran perdedor: López Obrador. Llegó excesivamente confiado y salió vapuleado. Se vio fuera de lugar, sin enfoque en los temas, con gran distracción y pesadumbre; muy repetitivo, poco ágil, predecible, anacrónico y vetusto en ideas. Volvió a decir sus mismos argumentos de siempre y no aportó nada diferente. Nunca encontró la forma de defenderse adecuadamente ni replicó los dardos más punzantes de sus adversarios.

Fernando Sánchez Argomedo: Anaya es un gran polemista. Es claro que estudió sus tiempos y sus posicionamientos, tuvo muy claro a quién debía atacar, que es el candidato que -dicen las encuestas- va en primer lugar. Tuvo espacio para sus propuestas y las supo poner en contexto. No utilizó expresiones acartonadas tipo anuncio, cosa que sí uso Meade, un poco acartonado, pero quien también tuvo argumentos sólidos. Se defendió con contundencia.
Era de esperar que todos debían atacar a López Obrador, pareciera que en esta ocasión se preparó un poco más, pero su pobre argumentación e incapacidad para defenderse lo dejó fuera del debate. No tuvo nada nuevo, usó los argumentos de siempre. Su única defensa fueron las encuestas. Intentó conectar con la sociedad mayoritariamente católica, convocando al Papa Francisco como intermediario en una posible amnistía.
“El Bronco” no tenía nada que perder, hizo el debate más franco y más ocurrente, con poco impacto, pero sí puso en problemas en varias ocasiones a AMLO, tuvo ideas ocurrentes pero no se pudo quitar de encima la sombra de la trampa. También hizo comentarios muy fuera de lugar como el “moche de manos” y el que “cree en el matrimonio”.

Guillermo Torres Quiroz: El debate fue en un formato ágil, que nos demostró lo importante que es la formación de nuestra clase política. El gran reto es que la sociedad reflexione su voto por encima de efectos emocionales. Este ejercicio no define la elección del primero de julio, pero le pone sabor a una contienda donde se veía un puntero consistente.

José Luis Castellanos: Fue un debate con un inicio un tanto plano y repetitivo de los discursos que han pronunciado en distintos foros, pero conforme avanzó, los diversos candidatos fueron asumiendo un discurso de debate, con excepción de Andrés Manuel López Obrador, quien sistemáticamente eludió responder a los señalamientos de los rivales. Adicionalmente, López Obrador mostró una imagen de cansancio y cierta evasión. Su lenguaje no verbal fue pésimo. No pudo evitar ser exhibido como contradictorio, incongruente en relación con el equipo que lo acompaña y con propuestas vagas y generalidades donde no concreta.
Por su parte, Anaya fue más contundente y firme en su discurso, agresivo y capaz de presentar puntos concretos de gobierno. También hizo referencias a los otros candidatos y dio respuesta puntual a los ataques e, incluso, a las afirmaciones falsas de algunos de los moderadores.
Finalmente, Jaime Rodríguez, estuvo en su papel de independiente. Sereno y distinguiendo las posibilidades de un candidato independiente. Eludió los señalamientos de también ser priista, que tampoco fueron muy directas y personales. Aunque algunas propuestas son utópicas como poner al Presidente a contestar mensajes en las redes sociales.

Héctor Uriel Rodríguez: Ganó Ricardo Anaya, que hizo lo que debía y lo hizo extraordinariamente. Dejó claro que el rey está desnudo, que AMLO es un farsante, un falsario, un mentiroso y un gran fantoche. Ricardo también perdió poco tiempo en defenderse y dejó claro que sí puede y que, sin duda alguna, es el segundo lugar, lejos del tercero. Ha vuelto a ser competitivo.
Perdieron Andrés Manuel, Meade y Margarita. Andrés Manuel, que demuestra que está viejito, que no tiene con qué discutir y solo puede prometer y engañar bobos. Es cierto que no se enojó tanto, pero también es cierto que no hila, que no sabe improvisar, que no sabe reaccionar inteligentemente, que no sabe debatir, en resumen: que no sabe.
Meade, porque no puede levantar, es una gran segunda voz. Ojalá se integre al gobierno nuevamente, pero no tiene lo necesario para ser candidato. Lo mejor de él fue el guionista de sus chistes. Dos joyas: “A Andrés Manuel no le gusta usar la escoba, sino el recogedor” y “Si AMLO se hubiera desmayado en lugar de volver en sí, volvería en no”. Lástima que el lastre del PRI lo mantenga en el fondo del mar.
Margarita, porque, tristemente, no da color. No es candidata, no está a la altura y, siendo francos, habría sido mejor que mandara su participación por whatsapp para que cada quién le pusiera la entonación que gustara. ¡Lástima, Margarita!
Sorprendió “El Bronco”, sin duda alguna. La nota de color fue de él. Nadie lo puede tomar en serio, pero lo sabe, lo acepta y actúa en consecuencia. El Bronco fue él: pegó, se divirtió y se dio el gusto de sacar de balance a AMLO. Un troll en el debate que nos sacó, hay que decirlo, más de una sonrisa.

Jorge Alberto Espinosa: El debate me pareció el primer acto de campaña que ha sido relevante, donde los ciudadanos hemos podido hacer la primera evaluación real de lo que son y pueden ofrecer los candidatos. Margarita, una mujer de principios, correcta, democrática y sincera, pero que se mostró varias veces titubeante y más bien como si estuviera en un acto de campaña, presentando sus objetivos pero concretando poco y, al referirse a los aspectos negativos de los otros candidatos, sin apoyos audiovisuales y datos concretos.
El Bronco presentó un estilo muy personal y evidenció a los partidos políticos, por su falta de cumplimiento y su visión de que los candidatos independientes pueden romper con muchos de los círculos viciosos que se han formado, pero le falta una visión más de estado. Meade bien preparado, con una exposición clara, pero sin emoción y un cierre muy estudiado.
Anaya lució seguro y fresco, y supo reaccionar a los ataques con documentación y argumentos. Buenas ayudas visuales y muy buen cierre. López Obrador lo mismo de siempre, sin responder y acostumbrado a atacar no se supo defender en ningún momento con una imagen lenta y titubeante. Será una elección de dos. Anaya viniendo de abajo y López tratando de sostener el voto de sus seguidores.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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