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30 años de Christifideles Laici
 
San Juan Pablo II publicó hace 30 años Christifideles laici donde invita a los laicos a vivir el mensaje del Evangelio dentro de la sociedad, procurando la libertad religiosa, el respeto a la dignidad de la persona y la construcción de la paz.
Oscar Ibáñez
 
Vaticano SEIE 15 enero 2019.-
 
Hace unos días se cumplieron 30 años desde que San Juan Pablo II publicó la exhortación apostólica post sinodal Los fieles laicos (Christifideles Laici) que trata sobre la “vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo a los 20 años del Concilio Vaticano II”, durante estos últimos 50 años, cada vez con mayor insistencia y sentido de urgencia los papas han insistido en la importancia de su participación.
El decreto Sobre el apostolado de los laicos (Apostolican actuositatem) del Concilio Vaticano II “se propone explicar la naturaleza, el carácter y la variedad del apostolado seglar, exponer los principios fundamentales y dar las instrucciones pastorales para su mayor eficacia” y reconoce que “las circunstancias actuales les piden [a los laicos] un apostolado mucho más intenso y más amplio”.
También establece el decreto: “Es preciso, (…) que los laicos tomen como obligación suya la restauración del orden temporal, y que, conducidos por la luz del Evangelio y por la mente de la Iglesia, y movidos por la caridad cristiana, obren directamente y en forma concreta en dicho orden; (…) Hay que establecer el orden temporal de forma que, observando íntegramente sus propias leyes, esté conforme con los últimos principios de la vida cristiana, adaptándose a las variadas circunstancias de lugares, tiempos y pueblos”.
Cuando el papa eslavo retomó el tema con la vasta reflexión del sínodo de los obispos y de laicos participantes de todo el mundo, señaló dos tentaciones que se deben superar y que permanecen entre los principales retos para que los laicos se ajusten a la naturaleza de su vida en el mundo: “reservar un interés tan marcado por los servicios y las tareas eclesiales, (…) que frecuentemente se ha llegado a una práctica dejación de sus responsabilidades específicas en el mundo profesional, social, económico, cultural y político; y (…) legitimar la indebida separación entre fe y vida, entre la acogida del Evangelio y la acción concreta en las más diversas realidades temporales y terrenas”.
El problema del clericalismo que ha sido denunciado por los últimos papas y de manera especial por el papa Francisco como un freno al pleno desarrollo de los laicos y su labor, aumenta al caer en la primera tentación; y la renuncia a la grave responsabilidad de ordenar el orden temporal conforme a principios cristianos se da al ceder en la segunda tentación.
San Juan Pablo II plantea como objetivo de Christifideles laici: “Suscitar y alimentar una más decidida toma de conciencia del don y de la responsabilidad que todos los fieles laicos –y cada uno de ellos en particular– tienen en la comunión y en la misión de la Iglesia.” Atendiendo tres grandes necesidades de la sociedad en el mundo: La libertad religiosa frente al secularismo; el respeto a la dignidad de la persona humana frente a sus múltiples manipulaciones e injusticias; y la construcción de la paz en ambientes cada vez más violentos y conflictivos”.
La exhortación apostólica sobre la vocación y misión de los laicos está estructurada considerando su dignidad en la “Iglesia-Misterio”; su participación en “la vida de la Iglesia-Comunión”; y su corresponsabilidad en la “Iglesia-Misión”. Posteriormente se aborda la variedad de vocaciones específicas derivadas de la “multiforme gracia de Dios” y la formación especial que debemos tener los laicos.
Releer Christifideles laici nos permitirá meditar sobre nuestro papel como cristianos, ¿qué tan unidos estamos a la “vid verdadera” para dar frutos? ¿qué tanto somos trabajadores fieles u ociosos de “la viña del Señor”? A 30 años de su publicación nos hace bien atender la exhortación del santo papa polaco: “Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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