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¿Treinta millones de qué…?
 
La política de descalificación al gobierno de Peña Nieto, en particular, ante descarados e impunes casos de flagrante corrupción, hizo que muchos ciudadanos decidieran probar otro partido, sin cuestionarse.
Salvador I. Reding Vidaña
 
EUM SEIE 2 julio 2019
 
Quienes acusan a los 30 millones de ciudadanos que dieron el triunfo electoral a López Obrador el 1 de julio de 2018, y lo agreden verbalmente y vituperan, en realidad exageran si los tratan indiscriminadamente de idiotas (o algo peor). A lo que voy es que no se valen las generalizaciones, como en la mayoría de los casos.
Es sano reflexionar sobre los fenómenos humanos, sobre las conductas y decisiones, tanto en lo individual como en lo colectivo, antes de calificar o descalificar al parejo. Las motivaciones cambian según las personas, incluyendo como es el caso las decisiones de voto. ¿Que 30 millones se equivocaron por dejarse engañar? Puede ser, pero no por las mismas razones.
Sin duda que la mayoría fue seducida por un discurso populista, que convenció que todo estaba mal, que el tal “Prian”, la “mafia del poder” o el neoliberalismo, eran los responsables. Entre la población había mucho fatalismo respecto a la clase política mexicana, con o sin razón. El desaliento hizo que muchos pensaran que “había que darle una oportunidad a otro”, el Peje. Y esto sin tomar en cuenta la experiencia de su gobierno en el Distrito Federal, del 2000 al 2005 (cuando pidió licencia para ser candidato presidencial), una administración que dejó mucho que desear.
La política de descalificación al gobierno de Peña Nieto, en particular, ante descarados e impunes casos de flagrante corrupción, hizo que muchos ciudadanos decidieran probar otro partido, sin cuestionarse.
Hubo también por supuesto quienes ciegamente han seguido a AMLO, sin cuestionarlo en absoluto, negándose a reconocer sus errores y mentiras. Esos son los principales responsables del triunfo de Morena y su dueño. Arrastraron con ellos a otros votantes.
Pero hay un común denominador de la gran mayoría de votantes por AMLO, algo que es común en la vida de la gente, no solamente en la oportunidad de votar candidatos: la falta de análisis, de reflexión. No, la mayoría de la gente no quiere pensar, y acepta la propaganda política, por ejemplo, sin cuestionarla. Como tampoco cuestiona mucha de la publicidad de productos o servicios, los engaños para vender son cosa de todos los días.
No podemos calificar de idiotas, fanáticos u otros apelativos a 30 millones de mexicanos que votaron por AMLO en 2018, hubo de todo, desde los seguidores fanatizados (varios millones, por supuesto), hasta quienes votaron por él sin pensar lo que ello significaba, sin querer escuchar a quienes advertían sobre los peligros evidentes (para quien quiera reflexionar al menos un poco), si ganaban AMLO y su Morena.
Lo que ahora se debe hacer, es intentar hacer reflexionar a quienes votaron por AMLO sin reflexionar (creo que muchos de sus fanáticos no tienen, por ahora al menos, remedio), así como a los que con su pusilanimidad no ejercieron su derecho al voto en 2018. Ello al menos en función de las elecciones “intermedias” de 2021. Para ir cambiando los centros de poder político del país.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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