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Vacunas y aspectos morales
 
Con la pandemia por COVID-19 hemos aprendido que cuidar la propia salud no es solamente en beneficio propio, sino también en beneficio de los demás.
Ana Teresa López de Llergo
 
 
La vacuna en sí no es un asunto de moralidad. La moral es una dimensión propia del ser humano que tiene relación con la vinculación al bien. Por lo tanto, el asunto de la moral abarca todos los aspectos de las acciones humanas, como la rectitud de los investigadores, de los distribuidores, de quienes aplican la vacuna, de quienes se prestan para recibirla. También de la recta información de los sucesos alrededor de su aparición, distribución y aplicación.
Cuando iniciaron las investigaciones en los países con laboratorios y científicos capacitados, surgieron noticias de interferencias, espionajes y hasta robo de información. Todo ello muestra falta de solidaridad, competencia desleal e injusticia institucionalizada. Porque los espionajes, con frecuencia, estaban avalados por los gobiernos. Esto es falta de moral a los más altos niveles.
Obviamente, quienes se prestaron a espiar y a sacar datos dieron pruebas patentes de corrupción. Aunque esto es muy distinto a lo que puede suceder con ciertos laboratorios que esperan los resultados de la investigación de otros para iniciar las suyas evitando los contratiempos de los antecesores.
Podría ser el caso de la vacuna de Moderna, con sede en Cambridge, Massachusetts, que salió una semana después de la de Pfizer y asegura una efectividad de 94.5%.
Las actividades humanas también tienen una jerarquía vinculada a los fines que se buscan. En el caso de una vacuna, su fin principal es la preservación de la vida, por medio del ataque a un elemento que vulnera la salud. Otros fines pueden ser una consecuencia de este trabajo, como el prestigio del investigador y de los laboratorios en donde se efectúa el hallazgo. También hay consecuencias económicas, pues ni estas ni las especulaciones deben ser el fin principal.
Sobre este tema tenemos el ejemplo claro del deterioro moral que incluso sucede sin que alguien lo frene. Cuando se encontró la vacuna de Pfizer se desencadenó el furor bursátil y las acciones subieron de valor. El CEO inmediatamente vendió las suyas e hizo un negocio redondo a costa de su información privilegiada. Acto deplorable.
Además, la distribución de ganancias debe estar bien regulada. En el caso de la vacuna de Pfizer, la ganancia descomunal del CEO seguramente es desproporcional al sueldo de los descubridores de la vacuna, el matrimonio de los turcos Ugur Sahin y Ozlem Tureci e incluso del sueldo del director ejecutivo y jefe de ellos, el también migrante griego Albert Bourla.
Grecia y Turquí son países rivales, pero Bourla, el griego, dijo de su amigo turco Ugur: es una persona muy especial, los negocios no son su prioridad, es un científico y es un hombre de principios. Confío cien por ciento en él.
Ángela Merkel ante este suceso insistió en ver el lado positivo de la migración y en apoyar con recursos a las empresas privadas para la investigación científica.
El número de vacunas realmente administradas ha aumentado en las últimas décadas, especialmente aquellas suministradas a los niños en los primeros años de vida. Esto se debe al impulso de gobiernos, de las ONG, de agencias internacionales, de universidades. La dimensión moral ha de vigilar los precios, los impuestos, los convenios que puedan asegurar la retribución a las empresas que exitosamente consigan una vacuna. Además de la distribución para poner la vacuna al alcance de todos los estratos de la sociedad.
Durante el proceso de experimentación, los investigadores deben ser profundamente sinceros con los pacientes que se prestan a la prueba de las incipientes vacunas, dándoles a conocer los posibles efectos secundarios. Y los cuidados que tendrán que vivir después del proceso al que se han ofrecido.
Otro asunto importante es el de descubrir la periodicidad de la aplicación de la vacuna, y darlo a conocer con la suficiente antelación para que los usuarios lo tengan en cuenta. Advertir cuándo se recomienda que los niños sean vacunados porque ya tienen capacidad de responder a la inmunización artificial. También explicar a todos, cuándo se deben aplicar las dosis de refuerzo, necesarias para conseguir la mejor protección.
También está por descubrir cuándo será contraindicada la vacuna, por ejemplo, con las mujeres embarazadas, con las personas de edad avanzada o con personas con algunas enfermedades crónicas, etcétera.
Otro aspecto que se ha de considerar es la distribución de la vacuna en países o en poblados de muy escasos recursos, porque este virus se propaga en todas partes y la interconexión de la salud o de la enfermedad es muy elevada. La distribución ha de ser a nivel global, sin excepción. Además, porque las condiciones de vida de personas sin recursos no garantizan las medidas para evitar los contagios. Por eso, con ellos es indispensable la vacunación.
Es importante reducir los movimientos antivacunas porque definitivamente atentan contra la salud. Y, en el caso del COVID-19 hemos aprendido que cuidar la propia salud no es solamente en beneficio propio sino también en beneficio de los demás.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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