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El tirano en Shakespeare
 
Una sociedad enzarzada en una política de partidos terriblemente faccionaria es, a juicio de Shakespeare, particularmente vulnerable a los fraudes del populismo.
Juan Ignacio Zavala
 
 
Stephen Greenblatt es un reconocido especialista en William Shakespeare, que publicó un ensayo notable hace un par de años titulado El tirano, Shakespeare y la política (Editorial Alfabeto). En un estilo ágil y preciso, Greenblatt aborda la presencia de los tiranos en la obra del dramaturgo inglés. Los clásicos lo son porque están siempre vigentes, y este pertinente trabajo simplemente subraya la importancia de Shakespeare en nuestros días. El trabajo aborda diversos personajes: Enrique VI, Ricardo III, Macbeth, el rey Lear, Coriolano son pasados a nueva revisión para entender el contexto en que se dan los dramas y cómo participa la sociedad con esas figuras tiránicas. El resultado es de una asombrosa actualidad en un estilo ágil y sencillo –no aparece la palabra “holístico” para que nadie se ofenda. Philip Roth dice que en este libro, Greenblatt explica “nuestro desesperado duelo general”. Así que compre el libro ahora para su encierro navideño, y encontrará que por acá tenemos algunos personajes shakesperianos tropicalizados. Le adelanto algunos subrayados.
“…sus obras ponen de manifiesto los mecanismos sicológicos que llevan a una nación a abandonar sus ideales e incluso sus propios intereses. ¿Por qué –se preguntaba el escritor– iba alguien a dejarse arrastrar hacia un líder que a todas luces no está capacitado para gobernar, hacia alguien peligrosamente impulsivo o brutalmente manipulador o indiferente a la verdad? ¿Por qué, en algunas circunstancias, las pruebas de mendacidad, chabacanería o crueldad no sirven como un inconveniente definitivo, sino que se convierten en un atractivo para encandilar a unos seguidores ardientes? ¿Por qué unas personas, que por lo demás sienten orgullo y respeto de sí mismas, se someten a la mera desfachatez de un tirano, a su convicción de que puede decir y hacer lo que le parezca, a su indecencia más escandalosa?”.
Sobre Enrique VI: “Puede que el populismo parezca una aceptación de los desposeídos, pero en realidad es una forma cínica de explotación. A decir verdad, un líder carente de escrúpulos no tiene el menor interés en mejorar la suerte de los pobres”.
Ricardo III: “No solo es indiferente a la ley, la odia y le produce placer el hecho de transgredirla. La odia porque se interpone en su camino y porque representa un concepto de bien público común que él desprecia”.
“La cuestión que explora la obra pues, es cómo semejante persona pudo alcanzar realmente el trono de Inglaterra, una hazaña tal, sugiere Shakespeare, depende de una conjunción fatal de respuestas distintas, pero igualmente autodestructivas, de los que lo rodean. En conjunto, esas respuestas equivalen al fracaso colectivo de todo un país”.
Sobre Shakespeare: “Dotado de una percepción increíblemente aguda para captar el carácter del ser humano y de unas habilidades retóricas que habrían sido la envidia de cualquier demagogo, sabía dibujar magistralmente el tipo de personaje que se levanta en épocas de gran dificultad para apelar a los más bajos instintos y aprovechar las angustias más hondas de sus contemporáneos. Una sociedad enzarzada en una política de partidos terriblemente faccionaria es, a su juicio, particularmente vulnerable a los fraudes del populismo. (…) El dramaturgo describió una y otra vez el caos que se produce cuando los tiranos, que por lo general carecen por completo de competencia administrativa y de visión de lo que significa un cambio constructivo, se hacen efectivamente con el poder. Incluso sociedades relativamente sanas y estables tienen pocos recursos, pensaba Shakespeare, que le permitan mantener a raya el daño causado por alguien lo bastante despiadado y carente de escrúpulos, y tampoco están equipadas para hacer frente a los gobernantes legítimos que empiezan a dar muestras de un comportamiento inestable e irracional”.
Como les digo, es un libro inquietante por el momento internacional. Vale la pena.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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