La celebración del Día del Padre en Zacatecas se vio empañada por los trágicos hechos sucedidos en el Jardín Independencia. ¡En pleno centro de nuestra capital y con cientos de personas en los alrededores!
El ataque a balazos de una familia, cuando estaba en ese céntrico lugar de reunión social, nos deja ver una realidad que está más allá del asesinato de dos mujeres y un hombre; así como las graves lesiones ocasionadas a otra persona del sexo masculino.
El mensaje está más qué claro. La delincuencia ya no se oculta. No está escondida en las zonas rurales. Ya no ataca sólo en las comunidades desoladas. Reta a nuestras autoridades. Enfrenta abiertamente a las corporaciones de seguridad. Entra y sale con impunidad de espacios que deberían estar muy vigilados y ser seguros.
Ya no hay lugar en Zacatecas donde la gente esté segura. Ni los templos ni las plazas públicas; ni los hogares ni los centros de trabajo. A todos lados entran y salen los sicarios. Y por si hay duda, preguntemos a los testigos del centro nocturno en Jerez de donde fue secuestrada una persona.
Lo que vimos el domingo 19 de junio es la descarada actitud de los grupos delincuenciales que se disputan nuestro estado y nos dieron un violento Día del Padre.
En ese contexto, mi reflexión en esta ocasión es sobre el papel que tienen los padres dentro de la familia. Ciertamente, a veces, no les damos el reconocimiento que merecen ante el eclipse que provoca la figura de las madres.
Gracias a las nuevas masculinidades, hoy entendemos que los papás no sólo son los proveedores en los hogares, sino que tienen el privilegio de forjar el carácter y disciplinar con cariño a las hijas y los hijos.
Con su ejemplo cotidiano forman a seres humanos trabajadores, enseñan valores cívicos y morales, dan cohesión y protección a la familia.
Yo tuve la fortuna de contar con un padre excepcional, a quien desde aquí hago un reconocimiento y revaloro en este primer Día del Padre en que no lo tengo. Ojalá hubiera muchos papás como el mío, que me dio cariño, protección, cuidados, y educación en valores.
También me enseñó a trabajar honestamente, ayudar a los demás, cambiar las cosas que no me gustan del mundo y mejorar las que son buenas.
Feliz Día del Padre hasta el cielo, Don Pepe Luna.
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